Pombero es un duende antropomorfo, un hombre, feo, más bien bajo,  
fornido, retacón, moreno, con manos y pies velludos, cuyas pisadas no se
  sienten, talvez un indio Guaikurú. Lo describen también andrajoso,  
cubierto con sombrero de paja y con una bolsa al hombro (confusión con  
Kari-Vosá). Habita en el bosque o en casas o rozados abandonados, en  
taperas. Anda de noche, viajando por todas partes. 
 Tiene 
habilidades tales como mimetizarse con facilidad, hacerse  invisible 
cuando quiere y hacerse sentir por un toque, con sus manos  velludas, 
que producen pirî (escalofrío); puede deslizarse por los  espacios más 
estrechos, pasar por el ojo de una cerradura, correr de  cuatro patas, 
imitar el canto de las aves, especialmente las nocturnas,  el silbido de
 los hombres y de las víboras, el grito de animales,  aullidos, el piar 
de los pollitos, etc. Lo describen, también, como  ventrílocuo. 
 Tiene ocurrencias y es travieso; suelta los animales del corral  o 
dispersa tropas o manadas de animales salvajes o domésticos; roba  
tabaco del perchel, desparrama el maíz amontonado y el popî (mandioca  
mondada), roba miel, gallinas, huevos, echa del caballo al jinete  
andante, asusta a la cabalgadura.
         Es sensual. 
Despierta a las mujeres con el suave roce o  caricia de sus manos 
velludas, especialmente a las que duerman afuera  en las noches de 
verano. A veces las posee, y se cuenta de mujeres  embarazadas por el 
Pombero, cuyo hijo nace muy parecido a éste. Se  cuenta, también, de 
jóvenes raptadas por Pombero, que después de  saciarse en ellas, las 
deja sueltas, a veces embarazadas.
         Para granjearse
 su amistad o simpatía, su buena  voluntad, hay que hacerle regalos. La 
gente suele dejarle un poco de  tabaco, miel u otras ofrendas, como una 
botella de caña, etc., en lugar  accesible, en un sobrado, sobre algún 
apyka (banco o silleta), en el  okupe (atrás de la casa), cerca del 
rancho, pronunciando una corta  oración, rogándole no cometa más 
fechorías. Ganando su simpatía, el  Pombero cuida de la casa del que le 
regaló, de sus animales, de sus  cosas y hasta se dice que retribuye 
atenciones, apareciendo en la casa  frutas, huevos, etc.
            
    Si se habla mal de él o no se le hace regalos puede  vengarse 
persiguiendo a las moradores de la casa; asusta al que habla  mal de él o
 mediante un simple toque le deja con ataques o mudo  (ñe'engu) o zonzo 
(tavy) o tembleque (marachachâ). Nuestra gente [gram:  la gente 
paraguaya] se guarda muy bien de pronunciar el nombre del  Pombero, 
particularmente en las reuniones nocturnas, y a él se refieren  como 
Karai-pyhare, "el señor de la noche", porque puede aparecer cuando  se 
lo nombra, como acudiendo a un llamado.