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viernes, 23 de noviembre de 2012

Leyenda del Caa Yari

Hace mucho tiempo, una tribu nómada decidió dejar la región que habitaba desde antaño. Sin embargo, un anciano no se sintió con la energía suficiente para seguir a su gente. Entonces la tribu dejó a Yar, tal era el nombre del anciano, en la compañía de su hija Yarí, que se negó a abandonarlo. El anciano construyó un refugio primitivo con sus propias manos, y ambos continuaron con su acostumbrado modo de vida en medio de ese entorno salvaje y primigenio. Un día, al anochecer, apareció un extraño ser. El color de su piel era raro y también su vestimenta, en relación a lo que estaban acostumbrados. A pesar de ello, padre e hija lo trataron con deferencia, ofreciéndole su hospitalidad desinteresada y los mejores alimentos que tenían en su humilde morada. Ocurrió que el extraño ser había sido enviado por Tup, el dios bueno, que quería conferirles un presente milagroso y permanente. El poder mágico del presente permitiría contar siempre con los medios para recibir y atender a sus visitantes; así como también les ayudaría mitigar el largo período de aislamiento. Así hizo que una nueva planta creciera en la selva, y luego les enseñó a preparar una bebida tónica y estimulante que pasaría a ser, con el tiempo, un símbolo de bienvenida para los huéspedes de la casa. Ungió a la bella Yarí como diosa protectora (Caa Yarí) y a su anciano padre, como su custodio. Los dulces cuidados y la protección constante prodigados a las plantas, lograron que las plantaciones de yerba mate se multiplicaran en forma infinita. Y así es como encontramos una especie de simbiosis en esta bebida: la mujer joven y bella, y el anciano habilidoso revelaron, siendo dioses, la misma actitud que, por obra de sus corazones generosos, que habían tenido siendo simples mortales. De esta manera, a partir de la naturaleza misma, con la fuerza de sus elementos más puros y del corazón de las plantaciones de yerba mate, los dioses nos protegen...

¿Qué es una leyenda?

Las leyendas equivalen a una historia popular, e incluso cuando tratan de temas religiosos se diferencian de los mitos en que narran lo que sucedió en el mundo una vez concluida la creación. Tanto el narrador como su audiencia creen en ellas y abarcan un gran número de temas: los santos, los hombres lobo, los fantasmas y otros seres sobrenaturales, aventuras de héroes y heroínas reales, recuerdos personales, y explicaciones de aspectos geográficos y topónimos de lugares, son las llamadas leyendas locales. Las leyendas se diferencian de la historia formal en su estilo de presentación, énfasis y propósito. Como otras formas de cuento tradicional tienden a adoptar fórmulas concretas, utilizando patrones fijos y descripciones características de los personajes. Por ejemplo, apenas se preocupan en detallar cómo son en realidad sus héroes.
Las leyendas urbanas son historias contemporáneas ambientadas en una ciudad; se toman como verdaderas, pero tienen patrones y temas que revelan su carácter legendario. El contexto de estas leyendas puede ser contemporáneo, pero las historias reflejan preocupaciones permanentes sobre la vida urbana, incluyendo la intimidad, la muerte, la decadencia y, muy en especial, las gentes marginadas y fuera de la ley.
La leyenda se sitúa en un lugar y en una época específica y parte de hechos que fueron reales aunque están idealizados. Se diferencian de la historia propiamente dicha en el énfasis de la narración y en su finalidad, que siempre es de tipo didáctico o nacionalista, para dar confianza a un pueblo en sí mismo en momentos en que se necesita ardor y seguridad para enfrentarse a una situación nueva y peligrosa. Por otro lado, a diferencia del mito, que se ocupa de los dioses, la leyenda retrata en general a un héroe humano. 

¿Qué es un mito?

Los mitos, estrictamente definidos, son cuentos tradicionales que están cargados de elementos religiosos que explican el universo y sus primeros pobladores. Son historias que tanto el narrador como su audiencia consideran verdaderas y narran la creación y la ordenación del mundo, tareas normalmente llevadas a cabo por una deidad (dios o diosa) que existe en el caos, en el vacío o en algún mundo aparte. Con una serie de hijos y compañeros, la deidad da forma al mundo y lo llena de vida, e inicia una serie de aventuras y luchas en las que él o ella logra liberar el sol, la luna, las aguas o el fuego, regula los vientos, crea el maíz, las alubias o los frutos secos, derrota monstruos y enseña a los mortales cómo cazar y arar la tierra. El ser que lleva a cabo estas tareas, el arquetipo o héroe cultural, puede presentar una forma antropomórfica o animal y con frecuencia cambia de forma.
**Es un fenómeno cultural complejo que puede ser encarado desde varios puntos de vista. En general, es una narración que describe y retrata en lenguaje simbólico el origen de los elementos y supuestos básicos de una cultura. La narración mítica cuenta, por ejemplo, cómo comenzó el mundo, cómo fueron creados seres humanos y animales, y cómo se originaron ciertas costumbres, ritos o formas de las actividades humanas. Casi todas las culturas poseen o poseyeron alguna vez mitos y vivieron en relación con ellos.
Los mitos difieren de los cuentos de hadas en que se refieren a un tiempo diferente del tiempo ordinario. La secuencia del mito es extraordinaria, desarrollada en un tiempo anterior al nacimiento del mundo convencional. Como los mitos se refieren a un tiempo y un lugar extraordinarios, y a dioses y procesos sobrenaturales, han sido considerados usualmente como aspectos de la religión. Sin embargo, como su naturaleza es totalizadora, el mito puede iluminar muchos aspectos de la vida individual y cultural.

El nombre de Puerto Esperanza, se basa en tradiciones y relatos orales, fundándose en un acontecimiento romántico. En el año 1908 una barcaza comúnmente denominada "chata" remontaba el río Paraná buscando yerba virgen que loa aborígenes de la zona vendían. En esta barcaza se encontraba una bella joven de nombre Esperanza Bruquetti Bruquetti, raptada de la Provincia de Corrientes por un señor italiano de nombre Adán Luchessi (agrimensor), buen conocedor de la selva misionera, quien veces cargaba por estos lares la yerba canchada que le ofrecían los aborígenes de la zona. Al descender y pisar las suaves arenas doradas, en un momento de apogeo, de romanticismo y amor, Don Adán Luchessi despojó a su amada el vestido, lo ató a una tacuara clavando en la arena y exclamando dijo: Este es el Puerto de la Esperanza!, de allí en más todos sus habitantes llamaron a este lugar Puerto Esperanza.

Leyenda del Cerro Monje

Hay en las cercanías de San Javier un lugar único tal vez por su historia, historia que ya es leyenda, porque hechos y fantasías se confunden en el tiempo. Se trata del llamado " Cerro Monje", lugar a donde acuden centenares de peregrinos que llegan allí para " pagar sus promesas" o para beber el agua milagrosa que surge de una fuente natural o lavar con ella sus males. Cuentan que hace casi siglos peregrinaba por el mundo un gran pecador buscando una señal de Dios que le indicara que sus pecados habían sido perdonados. Después de mucho ambular y de haber andado Uruguay arriba, naufrago frente a San Javier su barca. Así llego hasta el cerro, verdadero peñasco sin vegetación, salvo gramíneas escasa al cual escalo. En su cima se apoyo cansado en el callado que llevaba, y donde este marco la peña surgió un manantial de agua pura. Viendo en ello la señal divina que esperaba, comenzó una vida austera, de sacrificios y ayuda al prójimo desde aquel lugar que adopto como morada. Llegaban allí de todas parte, indios, portugueses, y españoles a hacerse curar por aquel penitente, verdadero asceta que con sus manos y el agua del manantial curaba todos los males. Un día desapareció como había llegado; nadie supo de donde vino ni tampoco a donde fue. Pero el agua siguió emanando de la fuente, y es dicho, que todo aquel que este exento de pecados y que pide un favor especial encuentra agua en la fuente. Mas, aquellos que están en pecado no la encuentran, debiendo reincidir en sus peregrinaciones hasta haber saldado sus deudas con Dios. Entonces, se les otorga la petición. La gente del pueblo explica que las aguas de la peña del Cerro Monje son milagrosas y tiene extraños efectos curativos, tal como los tiempos del penitente.

Leyenda de la yerba mate

martes, 20 de noviembre de 2012

Mito de Moñái

Este ser tenía el cuerpo de una enorme serpiente con dos cuernos rectos e iridiscentes que funcionan como antenas. 

Sus dominios son los campos abiertos. Puede subir a los árboles con gran facilidad y se descuelga de ellos para cazar a las aves con las que se alimenta y a quienes domina con el hipnótico poder de sus antenas. Es por ello que también se dice que es el señor del aire. 

Moñái era aficionado al robo y ocultaba todos las productos de sus fechorías en una cueva. Los continuos robos y saqueo de las aldeas provocaban gran discordia entre la gente que se acusaba mutuamente por los robos y las misteriosas "desapariciones" de sus pertenencias. 

Reunidos en una asamblea deciden que poner fin a las fechorías de Moñái y sus hermanos. La hermosa doncella Porasy se ofrece a llevar a cabo dicha misión. Para ello convence a Moñái de que se ha enamorado de él y que antes de celebrar sus nupcias quiere conocer a sus hermanos. 

Moñái la deja al cuidado de Teyú Yaguá y parte a buscar al resto de sus hermanos: Mbói Tu'i, Yasi Yateré, Kurupí, Luisón y Ao Ao. Cuando por fin los trae consigo, comienzan los rituales de la boda. La caña circula entre los hermanos a raudales. Pronto éstos están completamente ebrios. En ese momento Porasy trata de ganar la salida de la cueva que estaba tapiada con una enorme piedra. 

Moñái advierte el movimiento y saliendo de la penumbra envuelve con su cuerpo de serpiente el cuerpo de la doncella tirándola nuevamente al fondo de la caverna. Porasy alcanza a dar la voz de alarma a su gente que la estaba esperando afuera y sabiéndose perdida les ordena que quemen la cueva, aún con ella adentro. 

En recompensa al sacrificio de Porasy, los dioses elevan su alma convertida en un punto de luz pequeño pero intenso. Desde entonces los dioses destinan al espíritu de Porasy de alumbrar la aurora.